El discurso de Yurema Requena cambió radicalmente en el momento que, hace 16 días, salió del Guadalquivir con una medalla de bronce colgada del cuello. La nadadora castellonense subió al podio en el Mundial de una disciplina, la natación en aguas abiertas, que en España sólo se conocía, para bien y para mal, por David Meca, personaje instalado a medio camino entre el deporte y el show. Meca había popularizado su especialidad gracias a sus éxitos y, sobre todo, a sus retos, cada cual más increíble. Él acaparó la atención mediática y eso despertó los celos de los otros españoles que se dedicaban a lo mismo sin llamar la atención. Tal era el desequilibrio que llegados los Mundiales de Barcelona, corría el año 2003, alzaron la voz para protestar. Yurema fue una de las que se quejó. "Nos sentimos discriminadas", se lamentó.
Pero después del formidable esprint del Mundial de Sevilla, después de superar a cinco rivales en los últimos 500 metros para terminar tercera, su teléfono comenzó a sonar sin parar. Sin descanso. Es año olímpico y un éxito internacional a tres meses de los Juegos equivale a abandonar el anonimato. Desde entonces, Requena no ha dejado de conceder entrevistas. Y desde entonces la nadadora ha dejado de sentirse discriminada. "Ahora sé que cuando logras una medalla también tienes repercusión. Y es cierto que a mí no me van sus retos, pero también lo es que sin Meca tampoco se hubiera hablado de nosotros".
El caso es que, polémicas aparte, Yurema Requena estará en los Juegos Olímpicos y David Meca no. Pekín es la recompensa a muchas horas de esfuerzo y, sobre todo, resignación. Salvo aquella queja aislada de Barcelona '03, la nadadora de Vila-real nunca se ha sentido una deportista desgraciada. Ha superado los obstáculos con determinación, sin descentrarse. Y un obstáculo, para una nadadora que compite en la distancia de 10 kilómetros, es carecer de una piscina de 50 metros -en invierno se entrena en una de 25-. Y otra traba es que, debido a los cursillos municipales, cada día tenga que zambullirse en el agua a las seis y media de la mañana.
"Es lo que hay. ¿De qué me sirve lamentarme? Algunos días sí que da palo levantarse a las seis, pero también le dará al albañil que se va a la obra; es mi trabajo y no hay que darle más vueltas. Claro que sería mejor tener una piscina cubierta de 50 metros, pero no la tengo y no gano nada cabreándome", explica Yurema, una chica locuaz y dicharachera que le sonríe a la vida.
Las tentaciones siempre viven alrededor de un fondista. Una de ellas le llamaba, como canto de sirena, desde Barcelona, ciudad con excelentes infraestructuras para la natación. Pero ella prefirió seguir en Vila-real, donde vive con sus padres a la espera de que le den la vivienda que compró recientemente. En La Plana tiene su vida y tiene a su entrenador, Ricardo Franch. "Siempre me ha ido bien y desde los 12 años estoy con Ricardo, que me conoce muy bien y que sabe lo que necesito", explica antes de advertir que, además, no le faltan ayudas. Porque Yurema está becada por el Ayuntamiento, la Diputación de Castellón y hasta por el Villarreal CF.
El siguiente obstáculo será la polución de Pekín. Ricardo Franch cree que eso será un problema para los nadadores de largas distancias. "Con menos cantidad de oxígeno en el organismo, el cuerpo no puede ir tan rápido". El 21 de agosto tendrán que irse a 40 kilómetros de la villa olímpica para disputar su prueba, los 10 km, en un canal en el que darán cuatro vueltas a un circuito de 2.500 metros. Y ambos, entrenador y deportista, encuentran el lado positivo del asunto. "A ella le favorece nadar en aguas tranquilas", advierte Franch.
Sabe de lo que habla. El mar no les gusta. No sólo por el oleaje. Ni por las mareas. El peor recuerdo de Yurema le conduce al Mundial de Melbourne, en 2007, cuando concluyó décima después de vivir un suplicio en aguas de la bahía de St. Kilda. "Sé que es un animal tonto, pero las medusas me dan mucho miedo. Cuando te pican no hacen demasiado daño, pero en Melbourne me picaron más de treinta y así es imposible, no nadas a gusto".
El cabreo es mucho mayor cuando lo que te agrede no es una medusa. "Las rivales, en el agua, son capaces de hacerte de todo. Te pegan patadas, te cogen de una pierna y hasta te arrancan las gafas. Yo no soy de las que empiezan, pero si me dan un golpe te aseguro que se lo devuelvo. Es frustrante que te arruinen el trabajo de seis meses porque te dejan sin gafas", relata la nadadora de 24 años que este año llegará a Pekín después de recorrer cerca de 3.000 kilómetros, con semanas de carga en la que llega a acumular 90 kilómetros.
Franch, que atiende a otros 120 nadadores en el CN Vila-real, explica que dividen las sesiones en dos partes: de 6.30 a 9.30 horas y de 17.30 a 20.30 horas. Así de lunes a viernes. Y el sábado, de propina, dos horas y media más. En cada sesión dedica dos horas a la natación y una al gimnasio, para ganar resistencia fortaleciendo hombros, pectorales y dorsales. En el agua no todo es fondo. Las competiciones se deciden casi siempre por diferencias mínimas -en Sevilla las cuatro primeras entraron en un margen de cinco segundos y defendió el bronce por seis décimas- y por ello realiza series. Las más explosivas, diez tandas de 15 metros. Pero el deporte no lo es todo y entre sesión y sesión se coloca delante de los libros para preparar las oposiciones de Policía Local.
Yurema se encontrará en Pekín con las mismas rivales que en Sevilla. "Somos un grupo en el que todas estamos muy igualadas", apunta. En Sevilla superó en el último instante a la surafricana Natalie Du Toit, que nada con una pierna amputada desde que sufriera un accidente de tráfico en 2001. "Sí, la tía le echa un par de cojones, pero la prensa a veces os pasáis porque, al fin y al cabo, la que se llevó la medalla fui yo."