Las Olimpiadas en Beijing al borde de la cornisa.

Desde su encendido en Grecia, pareciera que ha estado destinada a apagarse.
La llama olímpica fue secuestrada en Londres. Y no fue una, sino cinco veces. Mientras que en París, su llama empezó a impregnarse de la sombra de la discordia, que siembra el tema político del Tibet.

Mientras tanto, el Comité Olímpico Internacional, está a punto de decidir si se suspende el recorrido mundial de la antorcha deportiva.

Próxima parada: San Francisco.

Ya las primeras multitudes se preparan para recibir la antorcha olímpica, aunque la incertidumbre de las autoridades no sobrepasa el temor a las manifestaciones y los posibles disturbios.

Se espera que sean 80 los relevos que porten la llama y que puedan terminar su recorrido sin arrebatos de manifestantes provenientes de otros lugares.

Tibet, la manzana de la discordia.

"La mayoría de los líderes políticos no desean el boicot de los Juegos. Ya lo han dicho (George) Bush, (Nicolas) Sarkozy y (Gordon) Brown, entre otros". Así se refirió en días pasados Jacques Rogge, Presidente del Comité Olímpico Internacional.

Mientras tanto, el Tibet es un tema político, que sólo atañe a China resolverlo. Así lo observa el embajador de China en México, Hengmin Yin: “el Tibet forma parte de China, y esto es un asunto interno de China en el que no aceptamos intervenciones extranjeras, es indiscutible”.

Indiscutiblemente, los derechos humanos son un tema prioritario, pero, también es prioritario comprender que el evento olímpico no debe ser plataforma de exhibición para ningún evento político.

Ojalá que pronto se resuelva el problema Tibet-China y que se permita tanto de una parte como de otra, conocer a fondo la cultura china, tanto antigua como contemporánea, su país, su sociedad, su gente, pero sobre todo, que podamos disfrutar de un gran evento, como lo son las olimpiadas. Un gran evento no sólo para el país anfitrión, sino para la humanidad misma.