17/3/08

María Inés Mato, un sueño la desvela... Malvinas.


Su nombre es María Inés Mato, tiene 39 años y declara haber vivido desde siempre en Floresta. A los 4 años perdió parte de su pierna derecha y dos años después comenzó a nadar.
Así y todo, su historia fue "casi normal" hasta el año 1992, pero al retomar el contacto con el agua, al participar en competencias de 4000 m ó 5000 metros, y principalmente al conocer el agua del Paraná y nadar en ella, su vida cambió para siempre. Su pasión por el agua creció hasta el punto de impulsarla a alcanzar los logros más increíbles: cruzar los canales de la Mancha y el Beagle, y nadar 20 minutos en las heladas aguas de la Antártida. Su meta está puesta ahora en las Islas Malvinas.

Hija de padre español y madre argentina, nació en la Capital Federal el 3 de marzo de 1965 y buena parte de su vida se la pasó yendo y viniendo entre su Floresta y Mar del Plata. La primera vez que le plantearon cruzar el canal de la mancha lo desestimó pensando que no era esa epopeya afín a su naturaleza.

Ahora, a la distancia, nos damos cuenta de lo errado que estaba su pensamiento, ya que junto con el rechazo primitivo de la idea comenzó a dibujarse en su mente el trazo firme de las futuras gestas.
Se puso bajo las órdenes de Claudio Plit (un cuádruple campeón mundial) y comenzó a trabajar duro con la meta puesta en agosto de 1997, año que habían definido con su entrenador como "el año del cruce". Tenían dos años y medio por delante. La pileta del CENARD se convertiría de allí en más en su segundo hogar.

El 25 de agosto de 1997, con 32 años cumplidos, su sueño se hizo realidad: nadó 48 kilómetros desde Dover, Inglaterra, hasta Wissant, Francia, en 12 horas y 48 minutos. Paradójicamente había decidido retirarse una vez que alcanzara el tan ansiado logro; pero la vida tenía otros planes para ella.
En la Fundación Salud comenzó a realizar experiencias meditativas que la ayudarían a encarar los desafíos futuros. Su epopeya en la aguas heladas estaba a punto de perfilarse.
En julio de 1999, cruzó el Estrecho de Fehmarnbelt del Mar Báltico, y entró en los récords del Guinness por hacerlo en poco más de 11 horas. En agosto del año siguiente, nadó durante casi 9 horas alrededor de la Isla de Manhattan, cuando todavía estaban las Torres Gemelas.
Entrenó en el lago Argentino, en Calafate, y en el Beagle después. Su confianza para luchar y vencer a las aguas frías del sur reposaba en las historias que había escuchado sobre las mujeres de las tribus Yamanas, las cuales vivían en el Canal de Beagle y solían nadar sin otro abrigo que su propia piel.
El 3 de marzo del 2001 se transformó en la primera mujer que cruzó el Canal de Beagle a nado sin protección térmica. Nadó los 3.000 metros con un viento en contra de 40 kilómetros por hora y con una temperatura del agua de 7,5º. Se vistió con traje de baño, gorro de goma, anteojos de natación y se untó la piel con grasa orgánica. Una trayectoria que debía ser realizada en media hora se transformo en una dura prueba de 1 hora y 20 minutos debido al viento y a las corrientes.
En el 2003 nadó en la pared sur del Perito Moreno y en el Ventisquero Negro en Bariloche (con aguas a 0,8 grados), siendo ésta parte de su preparación para encarar la hazaña de la Antártida del último 6 de febrero.
Ahora, un nuevo sueño la desvela: unir a nado la isla Gran Malvina con su hermana Soledad. Serán 6 km en los que se pondrá a prueba el cuerpo, la mente y el corazón de esta gran nadadora, orgullo de Floresta, ejemplo de tesón, garra, perseverancia y humildad.

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